En la segunda provincia con mayor cantidad de votos, el Frente de Todos se encamina a repetir una derrota este 14 de noviembre. Ninguna novedad: será un resultado similar al de las elecciones pasadas. La competencia real se dirime entre dos coaliciones anti kirchneristas: Juntos por el Cambio, que obtuvo un contundente primer lugar , y el peronismo provincial de Juan Schiaretti, bajo el sello “Hacemos por Córdoba”, que salió segundo.
La curiosidad de estas constelaciones, con afinidades compartidas pero estrategias en contradicción, es que no tienen un “voto cautivo”. La dinámica política local, desde que existe “la grieta”, funcionó más como una suerte de división de tareas. El tandem Juan Schiaretti-Juan Manuel de la Sota se mantiene firme en el poder de la gobernación desde 1998, mientras que en los comicios nacionales, las boletas de Cambiemos-Juntos por el Cambio arrasan. Entre esos esos extremos, hay variaciones de resultados, cambios en la composición de las bancas e intendencias que cambian de signo.
Las 12 bancas que se renuevan este domingo corresponden a los tres actores principales: Juntos por el Cambio (JxC) busca validar cinco diputados y dos senadores; Hacemos por Córdoba (HxC), tres diputados y el Frente de Todos (FdT), un diputado y un senador. Lo que es seguro, de acuerdo a los resultados de las primarias, es que la banca del senador Carlos Caserio -que responde al Gobierno nacional- volverá a manos del gobernador cordobés, tras solo reunir 10,87% de los sufragios. El Frente de Todos se achica, ante una oposición de JxC envalentonada que buscará bloquear las iniciativas oficialistas en el Senado.
En las PASO, la alianza opositora compitió con cuatro listas y consiguió un apoyo acumulado del 47,72 por ciento. En la disputa interna se impusieron las listas del referente del Frente Cívico (FC), Luis Juez, para la categoría de senador y el dirigente radical Rodrigo de Loredo, respaldada por la presidenta del PRO, Patricia Bullrich. Aunque por ahora la mesura predomina y falta el partido del domingo, los cálculos de la dirigencia de Juntos por el Cambio se dirigen en la puja de la gobernación de 2023.
El oficialismo provincial obtuvo el 12 de septiembre pasado el 24,41% de los votos, con las listas para senadores de la diputada nacional y esposa del gobernador Juan Schiaretti, Alejandra Vigo, secundada por el ministro de Comercio, Industria y Minería, Eduardo Accastello. En la categoría Diputados, se impulsa la legisladora provincial Natalia de la Sota, hija del fallecido ex mandatario, acompañada por el intendente de la ciudad de San Francisco, Ignacio García.
La campaña electoral de la dupla de las cordobesas había sido ambiciosa, con la inclusión de un rap anti peronista y la consigna “Ellas” como guía. La estrategia, de encabezar las nóminas por mujeres, es algo poco habitual en las elecciones de medio término, sobre todo para una fuerza provincial que no tiene al feminismo como uno de sus fuertes.
Sin embargo, tras el traspié electoral, el oficialismo de Hacemos por Córdoba resolvió volver a lo conocido. Juan Schiaretti decidió “ponerse la campaña al hombro”, poner a prueba su capital político y encabezó una docena de actos desde entonces en las principales ciudades de Córdoba, acompañando a las candidatas. “Tomó el centro del ring con iniciativa política. Había que pelear en la grieta”, señaló a este Infobae uno de sus colaboradores cercanos. El gobernador supera la imagen positiva por arriba de los 60 puntos, por lo que mantiene capacidad para traccionar más votos.
De ahí el renovado discurso confrontativo de Juan Schiaretti, pese a la convivencia y diálogo político que mantuvo estos dos años con el Gobierno nacional, y los intentos fallidos de Alberto Fernández de sumarlo al oficialismo. En los últimos meses, Schiaretti volvió a presentarse como líder un “partido cordobés” de carácter provincial, y endureció su mensaje apuntando a la discriminación y desigualdad entre “el puerto” y el interior del país, en materia de subsidios a las tarifas y servicios públicos. Y apuntó, veladamente, contra los dirigentes de Juntos por el Cambio que se acercaron a apoyar a los candidatos locales, como el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
“Acá no hay porteños. Yo he visto que en las publicidades de otras fuerzas aparece un pedacito la cara de un candidato y la de un porteño, y así sucesivamente. Y los porteños no hablan de este tema. Los porteños se quedan bien calladitos porque no quieren hablar de que ellos tienen la luz más barata, el boleto de transporte más barato y que lo tienen gracias a que el interior y Córdoba ponen”, sostuvo en uno de sus intervenciones.
Fiel al programa de parte de su base electoral, siempre afín al sector agropecuario y las cooperativas locales, Schiaretti impulsó en la segunda etapa de la campaña una agenda con propuestas que el oficialismo nacional suele evitar, como menores restricciones para la producción, como “la eliminación gradual de las retenciones” o la transferencia de los subsidios a los servicios públicos en el área metropolitana (AMBA).
Schiaretti no tuvo que hacer demasiado para reavivar la vieja antinomia entre la república federal y el unitarismo. En los últimos días, en el marco de un acto partidario con 150 dirigentes cordobeses del Frente de Todos en el Centro Cultural Kirchner, Alberto Fernández colaboró con declaraciones confusas, cuando dijo que Córdoba era un “territorio hostil” a su fuerza y que “de una vez por todas debía integrarse al país”. El gobernador capitalizó el comentario con fuertes críticas, y le complicó la campaña al secretario de Obras Públicas, el candidato a diputado Martín Gill, todavía con chances de ingresar al Congreso. Sin mucho éxito, el Gobierno intentó revertir la andanada, poniendo en valor las trescientas obras en marcha en la provincia, pero al interior del Frente de Todos la sensación imperante es que la derrota hace tiempo está jugada.
Para el resto de los partidos y coaliciones que compiten en el distrito, obtener un escaño nacional sería un milagro. Pero todavía pueden obtener bancas provinciales y de concejales.
El Frente de Izquierda y de los Trabajadores-Unidad (FIT-U), que se había adjudicado en las PASO la cuarta ubicación con el 4,2%, lleva en su listas de senadores a Laura Vilches y para diputados a Liliana Olivero. Le siguen Encuentro Vecinal Córdoba, con el 3,46%, que postula como candidatos al concejal Juan Pablo Quinteros y al ex legislador provincial Aurelio García Elorrio. Por último, aparecen Unión Popular Federal (UPF) con el 2,12%, con Agustín Spaccesi y Jorge Scala; y los libertarios de la La Libertad Avanza, con el 1,59 por ciento, encabezados por las boletas de María Eugenia Gordillo y Rubén Peteta.
Todas las miradas estarán puestas en los márgenes que alcancen el “cordobesismo” -ahora “schiarettismo”- y Juntos por el Cambio, cuando vuelvan a competir por el liderazgo anti kirchnerista en la provincia, pero hasta ahora funcionaron de manera alternada. Ambas fuerzas lograron ser intérpretes de las necesidades y de la idiosincracia cordobesa, sin abandonar cada una sus proyecciones nacionales.
¿Empezará a cambiar ese juego de pares complementarios? Schiarretti no solo necesita preservar las bancas paralamentarias, para fortalecer su capacidad de negociación en el Congreso, sino porque a futuro él, como otros gobernadores peronistas sin reelección, intentarán asumir un rol nacional en 2023. En cualquier caso, las respuestas se desarrollarán desde hoy. La trágica muerte en un accidente de tránsito del ex gobernador de la Sota, y la imposibilidad de reelección para Schiaretti, implica un forzoso reelevo en los liderazgos. En el oficialismo cordobés, sin embargo, confían en que las derrotas son parte de la rutina electoral que se renueva en las elecciones de medio término.
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