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De pensamientos suicidas a sueños olímpicos: buscando el oro, Tara Davis encontró la paz

Uno y listo. Así fue como Tara Davis se coló en las finales olímpicas de salto de longitud, que serán este martes.

Solo necesitó de un salto en la ronda clasificatoria del domingo para cumplir con el estándar para la final y competir por la oportunidad de una medalla de oro. El resto de la sesión, la pasó divirtiéndose.

Davis consultó con su padre, Ty, quien también es su entrenador y estaba sentado en la segunda fila del Estadio Olímpico. Luego atacó a besos una cámara de televisión; bromeó con otros competidores, observó el lanzamiento de peso y las competencias de 400 metros, y pidió prestado un bolígrafo a un oficial para registrar las marcas métricas en la pista y luego convertirlas en pies y pulgadas.

Finalmente, pidió permiso para retirarse, y le fue concedido. “No quería estar afuera demasiado tiempo”, comentó. “Hace bastante calor”.

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Cuando Davis, de 22 años, regrese al estadio, el martes, tendrá una carga de trabajo más pesada. Su compañera de equipo estadounidense Brittney Reese, la medallista de oro olímpica de 2012; Malaika Mihambo, de Alemania, y Maryna Bekh-Romanchuk, de Ucrania, se encuentran entre las contendientes. Pero el formidable talento de Davis podría llevarla hasta una medalla, posiblemente de oro.

Su primera experiencia olímpica es la culminación de una búsqueda que arrancó cuando tenía cuatro años y se enfocó claramente durante una carrera récord en la preparatoria Agoura High. Aunque su etapa universitaria se descarriló durante varios años debido a una mala elección de entrenador, lesiones, una situación familiar, la pandemia de COVID-19 y trastornos de salud mental -incluidos pensamientos suicidas-, Davis encontró estabilidad y felicidad, y una vez más tomó vuelo.

En junio, terminó segunda en las pruebas olímpicas de Estados Unidos con una marca de 23 pies y 1¼ pulgadas.

Además, no necesita de una victoria olímpica para construir una marca personal; ya tiene una gran cantidad de seguidores en las redes sociales. Más de 280.000 suscriptores a un canal de YouTube con contenido producido con su novio, Hunter Woodhall, un corredor ganador de medallas paralímpicas que también competirá en Japón este mes. Davis anunció recientemente que ella y su pareja tiene un acuerdo de patrocinio con una empresa de ropa deportiva.

Deportes

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El waterpolo es una mezcla de deportes y un poco de ‘brutalidad’

Para un deporte que incluye ‘brutalidad’ en su léxico, el waterpolo está a la altura de su reputación física, pero no todo son tácticas sucias bajo el agua.

El perfil internacional de Davis, sin embargo, podría crecer exponencialmente si gana el oro. Y no hay que dejarse engañar por su personalidad burbujeante, según advierte Woodhall. “Ella es una verdadera atleta”, comentó. “Compite con el alma”.

Davis, la menor de cinco hijos, ha estado en camino hacia el estrellato olímpico desde la infancia. Cuando vio que sus hermanos participaban en un club de atletismo que su padre fundó en Wylie, Texas, quiso unirse.

Su madre, Rayshon, comentó que a su hija menor le encantaba ganar listones, especialmente si eran de color rosa, hasta que se enteró de que el rosa ocupaba el quinto lugar, no el primero. “A partir de ese momento”, dijo su mamá, “nunca más le gustaron los listones rosas”.

Cuando Davis tenía 11 años, Ty consiguió un trabajo en California y la familia se mudó a Calabasas. “Cargamos el camión”, relató su madre, riendo, “y nos mudamos a Beverly”.

Inicialmente, Davis luchó en competencias juveniles contra chicas de California talentosas y altamente capacitadas. Ella les dijo a sus padres que planeaba dejar el deporte. Pero después de encontrar un entrenador de vallas paciente, mejoró.

“Ahí realmente comenzó a ganar y crecer”, expresó su padre. “Dijo: '¿Saben qué? Me está yendo muy bien. Continuemos con esta cosa de la pista’”.

En Agoura High, ganó títulos estatales en los 100 metros, salto de longitud y salto triple.

Durante un encuentro de pista en Idaho, conoció a Woodhall. El nativo de Utah nació con hemimelia fibular, un defecto congénito que le exigió la amputación de las piernas por debajo de la rodilla a los 11 meses de edad. Sin embargo, eso no le impidió convertirse en un atleta becado en la Universidad de Arkansas.

Después de ver a Woodhall competir en una carrera de 400 metros, Davis le dio un abrazo. “No sé por qué lo hice, solo tenía que darle un abrazo”, comentó el mes pasado, “y todo empezó a partir de ahí".

“Después de 400 metros, estás un poco delirante de todos modos, así que pensé ‘no sé muy bien lo que está pasando aquí, pero no estoy enojado por este abrazo’”, relató él.

Fue una amistad que comenzó con mensajes de texto y por redes sociales, y luego floreció. “Ella es una especie de roca para mí", reconoció Woodhall.“No creo que ninguno de los dos estaría realmente al mismo nivel sin el otro”, añadió Davis.

Después de la preparatoria, Davis aceptó una beca para Georgia. Pero pronto sintió nostalgia y se irritó con un estilo de entrenamiento que difería de un enfoque más suave empleado por su padre y entrenador juvenil. Además, dijo, sufrió lesiones en la espalda pero le dijeron que eran espasmos musculares. También tuvo desafíos emocionales por el divorcio de sus padres.

Entonces se trasladó a Texas, pero nunca se imaginó que no competiría durante casi dos años.

Georgia le impidió competir de inmediato y las pruebas revelaron vértebras fracturadas que necesitaron de un descanso, comentó Davis. Seis días antes de que finalmente estuviera lista para competir, sufrió una fractura de tobillo. Participó en el campeonato bajo techo de la Conferencia Big 12, pero la temporada al aire libre se canceló debido al COVID-19.

“Durante la pandemia, tuve tiempo para pensar realmente en lo que deseaba y dónde quería estar en la vida”, remarcó. “Esta fue la primera vez en que nadie me dijo qué hacer; en que no tuve una pista”.

Davis, sin embargo, también se deprimió; experimentó ansiedad y ataques de pánico. “Cuando la depresión empeoró mucho, cuando empezaron a surgir pensamientos suicidas”, dijo, “pensé, ‘probablemente debería buscar ayuda profesional’”.

Con ayuda de la terapia, el apoyo de su familia, de Woodhall y sus mascotas, la salud mental de Davis mejoró. Ha compartido parte de sus vivencias en las redes sociales. “Me alegra haber pasado por esa experiencia solo porque me formó como una nueva persona”, señaló. “Creo que eso es lo que atrae a la gente, lo abierta que soy acerca de la salud mental”.

Se espera que la alegría de Davis por competir quede en evidencia el martes. Aunque no habrá espectadores, eso no impedirá que la joven actúe como si las gradas estuvieran llenas. Estará optimista; podría bailar o cantar.“La gente la subestima porque es una chica divertida y alegre en la pista”, comentó Woodhall. “Pero no es alguien con quien quieras meterte”.

O, como dijo su padre, “cuando le toca a ella irse, la cosa cambia”.

La madre de Davis planea verla desde Orlando, Florida, donde se invitó a las familias de los atletas estadounidenses a trasladarse, con los gastos pagados.

Semanas atrás, le envió un mensaje de texto para recordarle a su hija que el estadio podrá estar vacío, pero “tus fanáticos están en tu cabeza y aplauden como si estuvieran en las gradas”. Le indicó que lo guardara, para que pudiera leerlo antes de la competencia.

Davis estaba animada el domingo, antes y después de su salto clasificatorio. Más tarde, dijo que lo difícil fue llegar a los Juegos Olímpicos, y luego a la final. “Ahora es momento de divertirse”, afirmó. “Ya sabes, sal y haz todo lo que puedas. Estoy en la final olímpica. ¡¿Cómo?!”.

Puede comunicarse con la Línea Directa Nacional para la Prevención del Suicidio las 24 horas del día, al 1-800-273-8255.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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