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NUEVA YORK — Cuando a mediados de abril apareció un ligero sarpullido rojizo en las manos de Jack McMorrow, su padre supuso que se debía a que el chico de 14 años estaba usando demasiado gel desinfectante para manos, algo que no era malo durante una pandemia.
Cuando los padres de Jack notaron que tenía los ojos vidriosos, se lo atribuyeron a las noches que se desvelaba con videojuegos o programas de televisión.
Cuando empezó a dolerle el estómago y no quería cenar, “pensaron que era porque había comido demasiadas galletas o algo así”, dijo Jack, estudiante del noveno grado en el distrito de Queens en Nueva York, fanático de las historietas de Marvel Comics y quien tiene la ambición de aprender solo a tocar Stairway to Heaven en la guitarra.
Sin embargo, en el transcurso de los siguientes diez días, Jack empezó a sentirse peor. Sus padres consultaron a sus pediatras en citas en línea y lo llevaron a una clínica de urgencias que atiende los fines de semana. Luego, una mañana, despertó sin poder moverse.