También hubo, recuerdan, un momento anillo. «Tú una vez me regalaste un anillo, que de chaval eras muy romántico, y siempre me recriminaste que nunca te regalase yo un anillo a ti, pero te regalé otras cosas...», dice Tito.
«Me supo poner las pilas»
«Amas lo que admiras», asegura, citando a Almudena Grandes, el hombre que ve enseguida el fondo de las personas, que entiende como pocos el lenguaje animal. Y siente que en esta familia los dos están siempre ahí, «a las duras y a las maduras». «A las muy duras y a las muy maduras». «Sí, Óscar siempre estuvo ahí, a la altura. Y cuando me tuvo que poner las pilas, porque alguna vez me las tuvo que poner, me las puso. No es nada condescendiente conmigo, es mi primer crítico. Fue un auténtico patriarca. No me perdonó ni una cuando me desnorté. Él es mi punto de referencia. Mi casa, mi hogar, son él y mi hijo. Cuando estuve en callejones oscuros, él siempre estuvo ahí».
¿Cuál es el secreto de una relación duradera, el ingrediente estrella de la felicidad familiar? «No hay secreto ni receta», considera Óscar. «Más que el apasionamiento, tiene que haber entendimiento, un proyecto común y un respeto hacia la vida del otro. Nosotros somos los dos un poco artistas», señala Octavio. «Sí, a veces yo le digo: 'Si te sientes Picasso, píntame un cuadro'», bromea Óscar, que dice que su marido, con su «soy un artista», lo justifica todo. Que es un artista se ve.
Óscar valora, sobre todo, «lo buena persona que es» su marido. «Y lo trabajador que soy...», añade Octavio. «Sí, hombre, claro, ¡pero no te quiero por eso!», distiende Óscar con su infalible punto Bogart. A él, que no nos quede por decir, los perros y los gatos le gustan también, aunque no tanto como a su marido, o no lo muestra igual. Pero en el ambiente se nota un feeling instintivo, sutil pero brutal. «A Tito, si lo dejas, te llena la casa de 30 perros», bromea Óscar, que se considera, pese al desacuerdo de su marido, que ladea la cabeza dubitativamente, un hombre duro, «pero no insensible». «No, no es duro», opone Octavio. «Pero solo me abro con él, con mi hijo y con cuatro personas cercanas», continúa este Aries tozudo como un Tauro que revela que el Acuario de su corazón tiene estallidos más frecuentes que los suyos. «Yo, en general, soy el de la intendencia, el de las normas, y él, el que le ayuda a nuestro hijo a romperlas», se ríe Óscar. Octavio le discute, pero se reconoce en esa parte de niño revoltoso a la que no quiere renunciar. Normal, es una actitud que evita muchos males adultos.
¿Pero has llegado a imaginarte la vida sin él?, le pregunto a Óscar, sobre esa vez que Octavio estuvo tan enfermo en el hospital... En esa segunda operación Óscar se vino abajo. «Mi vida sería mucho peor. La relación es intensa, apasionante muchas veces, dura otras. A veces me gustaría que fuera menos intenso, aburrirme un poco más... Porque con él no te aburres nunca. Siempre estamos en el top», concluye Óscar, que tiene claro que una familia es una empresa, «tu empresa». Esta funciona desde hace más de veinte años. En la salud y en la enfermedad. Con moito lume polo medio...
Cristina y Diego: «No vamos a spas ni a restaurantes, ahorramos cada año para ir al Sáhara con las maletas llenas»
Ana Abelenda
El pequeño Breogán tiene 2 años, un bagaje aventurero y una gran familia africana. «¿Quieres volver?», le pregunta su madre a la vuelta de su viaje, reciente, al Sáhara. Y el sí de Breogán es un avión que podría cruzar en segundos miles de kilómetros. Los lazos de sus padres, Cristina Roig y Diego Pita, con África nacieron en el verano del 2016, cuando ellos eran una pareja de solteros que se convirtieron en padres de acogida.
«El primer niño que vino a casa fue Yusef, aquel verano», comienza a relatar Cristina, la que dio el primer paso. El primer año que lo intentó, Diego se echó atrás, pero al siguiente le dio la sorpresa: «Acabo de firmar, este año sí».
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