Esa boda, la primera oficiada en la parroquia de Cristo Rey y cuya única luna de miel consistió en disfrutar del domingo en pareja antes de volver al trabajo el lunes, fue el origen de los nueve hijos, veinte nietos y tres biznietos que tienen repartidos ahora por Asturias, Valencia, Valladolid y Zamora.
El secreto de seis décadas de matrimonio manteniendo encendida la llama del amor está en tener “mucha paciencia, mucho respeto y saber compartir”, ha confesado a Efe María Martínez, mientras que su marido ha apostillado que también es necesario “dar mucho amor todos los días”.
Cuando cumplieron 50 años de casados lo celebraron a lo grande, con crucero por el Mediterráneo incluido, pero al hacer 60, tras meses de restricciones por la pandemia y sin la posibilidad de abrazar a los suyos, lo vivieron como un día más, haciendo crucigramas, arando o atendiendo tareas tardías del huerto que tienen en su casa, en la carretera de Almaraz de Zamora.
El coronavirus lo esquivaron gracias a esas precauciones que tomaron, ya que una de sus hijas llegó a estar ingresada dos veces en el hospital por COVID-19 y otros familiares también se contagiaron. Aún así, no llevaron bien que durante más de un año los hijos, cuando iban a verles y les llevaban víveres, no entraran en casa y únicamente les saludaran tras el cristal de la ventana.
Con la situación algo más normalizada por la vacunación y tras haber podido volver a besar a hijos, nietos y biznietos, Eulalio Gutiérrez y María Martínez han continuado con su vida normal. Tanto es así que cuando el pasado 5 de noviembre cumplieron 61 años de casados ni se acordaban del aniversario y fue una de sus hijas la que se lo recordó por teléfono.
Todos los hijos sabían bien el día porque habían estado cuadrando fechas y, aunque no pudo ser entonces, les han dado la sorpresa este sábado al presentarse en casa con chocolate y churros para arrancar todo un fin de semana de bodas de diamante.
Tras el desayuno, les han llevado a Sanabria, donde han rememorado los veranos que pasaron en familia en una caravana junto a la playa de los Enanos del Lago de Sanabria.
La felicidad con la que los hijos recuerdan los años de su niñez han intentado devolvérsela este fin de semana con la celebración de unas bodas de diamante a las que el COVID-19 ha retrasado su brillo, pero cuya celebración no ha sido capaz de impedir.