En la primera producción, que fue de manera artesanal y con la ayuda de sus padres Johny Grajales y Lorena Pineda, sacó 30 jabones. Actualmente, cada mes fabrican 350 unidades, reciben pedidos de ciudades como Neiva, Bogotá, Villavicencio, La Guajira, municipios de Antioquia y Boyacá, entre otros lugares.
Es un producto alegre. Los jabones de BukiBurbujas vienen en diferentes colores y figuras: hay osos, carros, unicornios, perros, hipopótamos, triceratops, mariposas. Están hechos de glicerina 100% natural, extraída de una palma africana. En su interior traen un juguetico pequeño, al estilo de los huevos Kinder. ¿Por qué? Para promover, motivar e incentivar el lavado de manos de niños y niñas, según Samuel.
La utilidad final de este negocio funciona de la siguiente manera: un jabón vale $9.000, de esa cantidad su madre, que es contadora de profesión y mano derecha, saca $5.580 para costos de producción, gastos administrativos y un ahorro de $200 que siempre van directamente a la cuenta bancaria de Samuel para que él decida en el futuro en qué lo quiere invertir, si en el estudio o viajes. Los $3.420 que restan, quedan de utilidad, es decir, van al capital.