Hace un par de días Raimundo Doël Barrera se llamaba Raimundo Barrera Döel.
A sus 18 años, aquél Raimundo, el Barrera, escuchó por primera vez sobre la Ley 21.224, que permite a los mayores de edad solicitar al Registro Civil el cambio de orden de sus apellidos. Eso ocurrió en el día de la madres del 2021, cuando Sebastián Piñera junto a la ministra de la Mujer, Mónica Zalaquett, la promulgó en La Moneda.
La ley que además permite que los padres -por mutuo acuerdo- decidan el orden de los apellidos de sus hijos o hijas, fue celebrada por Raimundo, ya que esta le permitiría cumplir una vieja promesa que le había hecho a su abuelo de niño. Cuando apenas tenía 7 años y le dijo que el apellido Döll no desaparecería de la familia.
“Desde muy chico mi abuelo me contó su historia familiar y la historia del apellido. Me acuerdo que me contó un detalle, me dijo que el apellido iba a morir con él porque tuvo cuatro hijas. A mi me llamó la atención eso. Me conmovió que iba a morir el apellido así que en esa época lo empecé a pensar”, recuerda Raimundo quien detalla porque decidió hacer un enroque en sus apellido_
“Más allá de que el apellido moría con él, mi abuelo me contó que por su apellido lo molestaban mucho cuando era chico. Le hicieron bullying porque en inglés Doll significa muñeca, pero es un apellido alemán. Aún así la forma en la que él me contó, y la forma en la que lo defendía me hizo sentir orgulloso. Que lo defendiera a capa y espada, el vínculo con su padre, todo eso me hizo click”, comenta.
Desde aquel día de las madres, Raimundo estuvo muy atento a la entrada en vigencia de la Ley. Su madre, que tiene algunos contactos en el Registro Civil, se comprometió a mantenerlo informado. En el proceso también conversó con su padre, con quien mantiene una buena relación y a quien ve periódicamente, la decisión de colocar su apellido en segundo lugar.
“Yo creo que mi papá nunca pensó que esto se podía concretar, pero cuando empezó a ver que la ley avanzaba, le tomó el peso. Yo creo que igual le complica el qué dirán, porque en la mayoría de los casos la persona que se cambia el apellido es por conflicto con su papá. Pero también pienso que entiende que no es algo contra él”, comenta Raimundo quien agrega:
“Lo de mi padre fue un tema complicado. Culturalmente el tema del apellido es muy importante, pero él lo entiende y lo apoya. Mi papá siempre ha sido super buen padre y presente(…) Yo le expliqué que el apellido paterno primero es algo cultural y patriarcal y que el cambio de apellido, más allá de lo de mi abuelo, para mí también es un poco romper ese estigma de que el hombre tiene que poner el apellido primero. Que además esto implica una cuestión de igualdad de género”.
Con la decisión tomada y a menos de un año de la promulgación de la Ley, Raimundo fue el primer chileno en realizar el trámite. El pasado 11 de enero entró a la oficina del Registro Civil como Raimundo Barrera y salió como Raimundo Döll. Su abuelo estuvo allí, rgulloso del cumplimiento de la promesa que su nieto le hizo cuando era un niño.
Al respecto Raimundo reflexiona: “Yo soy la primera persona en hacer el cambio con la nueva ley. Eso fue fuerte igual, porque marca un precedente. Igual me alegra que el primer caso sea distinto a lo convencional, que es un conflicto con la figura paterna. Estoy orgulloso que el cambio sea por mi abuelo. Él está muy feliz, como que todavía no cree lo que acaba de pasar. Es algo que yo le decía de chico, pero ahora que lo ve como tangible y eso lo tiene sumamente contento”.
Mientras Raimundo se convertía en el primer chileno en cambiar de orden sus apellidos a través de la Ley 21.224, Francisca Maldonado estaba empecinada en que ese sería el último día en que llevaría ese apellido en primer lugar. No quería que pasara otro día en que Silva, el apellido de su madre, fuera el que marcara su identidad.
Ella, una egresada de ingeniera comercial de 24 años,desde la promulgación de la ley revisaba periódicamente el Diario Oficial para ver su publicación y partir de inmediato a una oficina a hacer el trámite. Eso ocurrió este 11 de enero, d´ía en que las 8:30 de la mañana ya estaba en el Registro Civil para intentar cambiar su apellido.
Uno de los motivos de su premura por hacer el trámite se bebía a que pronto se realizará la ceremonia de titulación en su carrera. Ella esperaba poder homenajear a su madre con el apellido Silva estando primero en el cartón.
“Yo pasé toda la vida escuchando un apellido que no me gustaba. Yo a mi papá lo conozco, tuvo unas apariciones fugaces en mi vida, pero nunca estuvo realmente. Hoy no tengo contacto con él”, cuenta Francisca, quien al llegar al registro civil fue atendida rápidamente por una funcionaria.
“Era la primera vez que ella hacía el trámite así que se excusó y me pidió paciencia, yo le dije hagámoslo juntas. Me atendió sumamente bien, la niña fue muy atenta, en ningún momento me sentí cuestionada o insegura, fue todo super expedito. Yo pensé que igual me iban a cuestionar un poco, porque la ley dice que es un cambio que solo se puede hacer una vez en la vida, pero no, no hubo ningún atado”, recalca Francisca, que en ese momento pasó a llamarse Francisca Silva.
Los motivos de cambio, asegura Francisca, no fueron otros que la desidia de su progenitor. “Esto fue muy emocionante, yo llevaba desde muy chica esperando esto. No sé por qué pero siempre encontré mi apellido paterno era horrible. Es Maldonado, entonces desde muy chica me decían que era pariente de la Paty Maldonado y yo les decía que no. Ja,ja, pero hablando en serio, por fin sacármelo fue un alivio tan grande. El apellido es una cruz que cargas de abandono, de ausencia y de carencias y que al fin te puedes liberar, entonces fue muy rico. Estoy muy contenta”, comenta Francisca quien agrega:
“Es muy gracioso porque mi hermana tiene 14 años y aún no se puede cambiar el apellido, pero ya dijo que una vez que cumpla 18 lo primero que va a hacer es cambiarse el apellido. Mi papá tiene otra hija con otra mamá que también se lo va a cambiar. Imagínate tres de sus hijos no quieran tener tu apellido debe ser una patada en la guata fea. Es un poco de justicia, una cuestión sumamente simbólica que a ellos les debe doler”, recalca.
Sobre el cambio de apellido, Francisca Silva Maldonado, asegura que ya le dijo a todos sus amigos quienes se deberán acostumbrar a su nuevo nombre. También comenta que cambiará pronto su identidad en redes sociales.
“Esto va a ser una cuestión super tediosa porque si bien el Registro civil se encarga de notificar a todas las instituciones publicas, igual uno va a tener que ir al banco, renovar documentos y un montón de otras cosas, pero al final somos muchos los que estamos dispuestos a hacer todos esos trámites para no seguir teniendo un apellido. Yo ya le avisé a todo el mundo de mi cambio de apellido, mis amigos ya me están cambiando de nombre y contactos y planeo hacerlo luego en las otras redes sociales. En Instagram la combinación de Fran Silva ya está ocupada, pero tendremos que buscar algo que quede bonito. En el trabajo también avisé, todos me apoyaron, tuvo buena acogida”, recalca.
Donde Francisca también recibió apoyo fue en su casa. Allí su madre y sus abuelos celebraron la noticia: Ellos están felices con el cambio de apellido. Más que mi mamá se sienta homenajeada, ella está feliz de que yo no lleve el apellido de mi papá, dice que eso es lo más importante, porque sabía que para mi era algo doloroso, que me molestaba”, recalca.
Quien aún no realiza el trámite, pero espera hacerlo en los próximos días es Víctor Marileo Antileo. Él hace años, desde que era un adolescente, despojo el apellido paterno de sus redes sociales donde se presenta como Víctor Antileo. Pese a ello, él no podía hacer lo propio en su identificación oficial.
Las razones de Víctor para dejar el apellido de su padre atrás tienen que ver con el abandono de parte de él.“En todos lados usó el apellido de mi mamá. Me molestaba ver el apellido de mi papá primero en las listas de clase o en las filas para el hospital, también cuando me llaman por el primer apellido, siento que no me pertenece, no me siento identificado con ese apellido”, asegura.
“A mi progenitor no lo conozco. Lo vine a ver recién cuando tenía 24 años y no hay conexión, empatía ni pertenencia. No hay una relación o compatibilidad de padre de hijo. Vi a mi papá hace más de 10 años, pero no me generó nada. Siento que es un homenaje a mi madre llevar el apellido Antileo primero, ella falleció pero yo creo que estaría de acuerdo”, asegura Víctor quien tiene 37 años y vive en Huechuraba.
Con respecto a la Ley, Víctor asegura que el espíritu de ella es justo, principalmente porque en su mayoría son las madres quienes se responsabilizan por los hijos.
“En Chile son muchas las mamás que como familia tienen que hacerlas de madre y padre. Siento que esta ley es importante para este tipo de casos. Y además no solo para casos de padres ausentes, también es una forma en retribuir a la mujer que sus hijos lleven su apellido en primer lugar”, comenta.
Con respecto a su propio cambio de identidad asegura que esta ley materializará el sueño de cambiarse el apellido que tiene desde hace años ya que simplificará un proceso que antes solo podía realizarse mediante la vía judicial.
“Yo siempre quise cambiar mi apellido, mi idea era sepultar este apellido. pero antes era un trámite complicado y engorroso. Necesitabas abogados y hacer un papeleo complejo. Sin embargo, Ahora que salió esta ley es mucho más fácil y accesible. Yo cambiaré mis apellidos sí o sí este año, este año no paso con este apellido que no me gusta. Yo no tengo hijos, pero ahora pienso que si los tengo, me gustaría que llevaran como primer apellido el de su madre”, asegura.
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