Las dos pruebas de ADN corresponden a lo que se conoce como “verdad material”: El conocido periodista Pepe Navarro no es el padre de Alejandro Reyes, hijo de la famosa Ivonne Reyes.
El auto del Tribunal Supremo que, en marzo de 2017, desestimó revisar la sentencia firme de la Audiencia Provincial de Madrid que dictaminó que Pepe Navarro era el padre de Alejandro Reyes representa la “verdad judicial”.
Por lo tanto, legalmente, a ojos de la Justicia, Alejandro Reyes es hijo de Pepe Navarro.Como tal, tiene derecho a la herencia que deje el periodista, en igualdad de condiciones con sus otros cuatro hijos, cuando éste desaparezca.
Aunque biológicamente no tenga nada que ver.
¿Un error judicial? No lo es, en absoluto. Pero para Navarro es un desafuero. Eso es lo que opina.
“Moralmente esta situación es inaceptable. Y una injusticia”, afirma Navarro. “Si el objetivo de la justicia es la búsqueda de la verdad para dar a cada uno lo que le corresponde, no entiendo por qué, en mi caso, la Justicia no puede reconocer la verdad: El chico no es mi hijo. Y no lo digo yo, lo dicen dos pruebas genéticas de un prestigioso laboratorio”.
La primera de las pruebas de ADN de las que habla Navarro fue realizada en noviembre de 2016 por el Laboratorio de Genética Clínica, S.L, cotejando los perfiles genéticos de Alejandro Reyes –a partir de un tenedor obtenido por un detective en un restaurante–, de Andrea Navarro, hija de Pepe Navarro, y del propio periodista, fue concluyente: No son padre e hijo.
La segunda fue llevada a cabo por el mismo centro especializado en diciembre de 2018.
Pero, esa vez, se produjo a instancias de Ivonne Reyes, quien facilitó bastoncillos con restos epiteliales suyos y de su hijo. Para que sus respectivos ADN fueran comparados con el ADN rescatado de una taza en la que había bebido Pepe Navarro.
Una taza sustraída por otro detective, esta vez contratado por ella.
La conclusión fue la misma: “Los resultados obtenidos excluyen a los contribuyentes al perfil genético mezcla obtenido de la muestra biológica GF17/738-PP [Pepe Navarro] como padre biológico del donante de la muestra biológica GF17/859-H [Alejandro Reyes]”, dice el documento de LabGenetics firmado por su director general, Jorge Puente Prieto, el 20 de noviembre de 2020.
Fue anteayer, como quien dice.
La “verdad material” y la “verdad judicial” tendrían que haber coincidido.
Sería lo suyo. Pero en este caso no es así.
La divergencia nace de la negativa del periodista a hacerse la prueba de ADN tras la demanda de paternidad que le interpuso la venezolana el 15 de diciembre de 2009, cuando el niño tenía 10 años.
Por esta circunstancia, el fallo del Juzgado de Primera Instancia 37 de Madrid, como era de esperar, fue contra Navarro.
El magistrado, además de reconocerlo como padre, le impuso el desembolso de 600 euros mensuales en concepto de alimentos.
Y se convirtió en firme cuando el tribunal colegiado de la Sección 22 de la Audiencia Provincial de Madrid no solo ratificó su paternidad sino que, además, elevó a 850 euros mensuales la citada manutención en una sentencia de fecha 2 de febrero de 2012.
Desde 2010 hasta este mismo año, 2021, Navarro dice haber contribuido con un total de 96.302,80 euros al sustento de Alejandro Reyes.
Fueron 7.800 euros en 2010; 4.600 euros en 2011; 14.074,36 euros en 2012; 10.424,40 euros en 2013; 10.424,40 en 2014; 9.555,70 euros en 2015; 10.424,40 en 2016; 12.932,76 euros en 2017; 10.802,70 euros en 2018; 4.974,08 euros en 2019; 270 euros en 2020; y 20 euros en 2021.
Son cifras facilitadas por el propio periodista.
“Pero no solo es esto. Durante toda una década, la señora Reyes ha estado ‘haciendo caja’ a mi costa gracias a exclusivas en revistas y en programas de televisión en las que solo hablaba de mí. Conociendo como conozco el sector, calculo que sus ingresos, por este concepto -es decir, mi persona– han superado el millón de euros”, explica Navarro.
El Tribunal Supremo tiene muy tasadas las circunstancias en las que debe revisarse una sentencia, en este caso la de apelación de la Audiencia Provincial de Madrid, que estableció que Pepe Navarro era el padre de Alejandro Reyes.
El intento fue llevado a cabo por la hija del periodista, Andrea Navarro, en 2017. Interpuso una demanda de revisión que correspondió a un tribunal formado por los magistrados Francisco Marín Castán –presidente de la Sala de lo Civil–, Ignacio Sancho Gargallo y Francisco Javier Orduña Moreno, como ponente.
Andrea Navarro aportó la primera prueba de ADN negativa, que decía que Alejandro Reyes ni era hijo de su padre ni, por lo tanto, hermanastro suyo.
Tendría que haber sido suficiente a los ojos de un lego en la materia.
A los ojos de la justicia no fue suficiente.
El Supremo no admitió a trámite la demanda. Primero porque no podía «interponer la demanda por no haber sido parte en el proceso de origen y no ser tampoco heredera o causahabiente de quienes lo fueron, ya que aún viven”.
Segundo, porque lo hizo fuera del plazo legal mediante un documento posterior y generado ex profeso “para cambiar el sentido del fallo de la sentencia firme”.
El Alto Tribunal concluyó: «La demanda no cumple los estrictos requisitos del juicio revisorio».
No hubo, por lo tanto, error judicial de ningún tipo. La prueba de ADN tenía que haberse hecho en su momento.
Cuando tocaba.
A lo largo de los pasados diez años, Pepe Navarro e Ivonne Reyes se han visto repetidas veces en los tribunales de justicia.
Una de las últimas fue por la demanda que el periodista le interpuso a Reyes por unas declaraciones a Lecturas donde el juez aceptó la prueba del laboratorio encargada por ella y que certificó por segunda vez que no era el padre.
Una prueba que se aportaron en otro procedimiento, este ante el Juzgado de Primera Instancia 80 de Madrid, donde había presentado otra demanda de modificación de medidas, para dejar de pagar la manutención a un hijo que la ciencia dice que no es su hijo.
“Dos días antes del juicio renunciaron admitiendo que se deje de pagar”, cuenta Navarro.
Alejandro Reyes cumplió el pasado 3 de abril 21 años y ya sabe que la ciencia ha dicho que su padre no es su padre, pero la Justicia sigue considerándolo como tal.
Navarro quiere ahora que todo el mundo lo sepa.
Y, sobre todo, que el joven lo tenga muy claro.
“Don Quijote decía que ‘La verdad anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua’. A partir de ahora, me encargaré de así sea”, concluye.
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